Natividad de
nuestro Señor Jesucristo
Misa de
media noche (Lc. 2, 1-14)
“La
Palabra de Dios se ha hecho carne”
El nacimiento de Jesús aparece narrado en
Lucas como una extrema sencillez, aunque poniendo de relieve su importancia
decisiva.
El relato es simple, pero sugestivo,
llevo de matices teológicos y construido sobre el modelo del anuncio misionero,
que comprende tres momentos: Primero la narración del acontecimiento.- el edicto de César Augusto y el nacimiento de
Jesús en Belén, en la pobreza, en un país sometido a una potencia extranjera;
después el anuncio hecho por los
ángeles a los pastores, primeros testigos del evento de la salvación y por
último, la acogida del anuncio por
los pastores que van a la gruta y encuentran a Jesús y el relato de su
experiencia a otros.
El punto central del relato son las
palabras de los ángeles a los pastores: “No teman, les traigo una buena noticia
que causará gran alegría a todo el pueblo; hoy les ha nacido un salvador, que
es el Mesías, el Señor. Esto les servirá
de señal, encontrarán al Niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre.
Esta es la “Buena Noticia” que hoy se nos da, pero para contemplar el misterio
de la Navidad necesitamos sobre todo, simplicidad para asombrarnos ante el
mensaje. Capacidad de asombro y mirada de niño, son dos elementos
indispensables para entrar en la comprensión y la vivencia de la Navidad; sólo
así podremos gustar el mensaje de alegría de esta noche santa, y esta alegría
tiene una motivación clara; el nacimiento de un niño, salvador universal que
trae motivos de esperanza, que son paz, justicia, salvación. Una nueva manera
de vivir, empieza a anunciarse a los hombres. Este Niño es el único en el
podemos poner nuestra última esperanza. Jesucristo es la esperanza de que la
injusticia que hoy lo envuelve todo no prevalecerá para siempre. Sin esta
esperanza no hay Navidad.
El mensaje profundo de la Navidad es uno
pero tiene múltiples expresiones: es el dinamismo del amor que se da; Dios nos
ama infinitamente y por eso viene a nuestro encuentro y nos da todo lo que
tiene su propio Hijo, hecho uno como nosotros para incorporamos a su misterio
de vida y amor. El relato de Lucas nos ofrece una clave para acercarnos al
misterio de ese Dios, el “pesebre”. Es significativo las veces que lo repite.
María lo acuesta en un pesebre, a los pastores no se les dará otra señal: lo
encontrarán en un pesebre. Efectivamente, en el pesebre lo encuentran al llegar
a Belén. Ese pesebre es la señal para reconocerlo, el lugar donde hay que
encontrarlo. ¿Qué significa esto? A Dios no hay que buscarlo en lo admirable y
grandioso, sino en lo ordinario y cotidiano de nuestra vida. No hay que indagar
en lo grande, sino rastrear en lo pequeño.
“Ir a Belén para nosotros significará
cambiar nuestra idea de Dios, volver al inicio y descubrir a un Dios cercano y
pobre. Acoger su amor y su ternura. Para el cristiano, celebrar la Navidad es
“volver a Belén”
En la Navidad también Dios ha hablado. Ha
dado su respuesta a los interrogantes fundamentales que el hombre se hace: ¿Por
qué el sufrimiento y el dolor, si nos sentimos desde lo más íntimo de nuestro
ser llamados a la felicidad? ¿por qué tanta frustración ¿por qué la muerte, si
hemos nacido para la vida? Ahora tenemos su respuesta que no son explicaciones
o teorías, nos ha dado su Palabra. “La Palabra de Dios se ha hecho carne”, uno
como nosotros para dar su respuesta a
tantos interrogantes que el hombre se hace sobre el sentido de su existencia.
Dios ha querido sufrir en nuestra propia carne nuestras interrogantes,
sufrimientos e impotencia. Nace para vivir Él mismo nuestra aventura humana y
abrirnos un nuevo panorama de vivir y lo ha hecho haciéndose solidario con
nosotros, ya no estamos perdidos en nuestra soledad. Dios comparte nuestra
existencia.