domingo, 29 de enero de 2012

Al encuentro con la Palabra


IV Domingo Ordinario (Mc 1, 21-28)
“¿Que nueva doctrina es esta?”

Continuamos con la lectura de Marcos, que iniciamos el domingo pasado que nos narra el principio del ministerio de Jesús haciendo una breve síntesis del contenido de su predicación: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio” (v15) y llamando a los cuatro primeros discípulos para dar a entender que este proyecto que va a dando a conocer requiere de colaboradores.
Ahora contemplamos a Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm. La sinagoga era el estudio e interpretación  de la Escritura  y de oración de las comunidades judías. Ellos  no tenían más que un solo templo que estaba en Jerusalén, y en las demás ciudades y pequeñas aldeas existían las sinagogas . El culto sinagogal , que tenía lugar el sábado y los otros días de fiesta, se empezaba recitando algunos Salmos y se hacían las lecturas de algunos capítulos del Antiguo Testamento, seguidas de una explicación.  
Jesús como todo buen judío, va los sábados a la sinagoga a reunirse para orar y para escuchar la lectura de las Escrituras. Cualquiera de los presentes podía ser invitado a hablar en la Asamblea. Este es el caso de Jesús, como nos describe Marcos (v21) y se puso a enseñar. “Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quién tiene autoridad y no como los escribas” (v22) ¿En que está la autoridad de Jesús? Él es la palabra viva del Padre; la Palabra de Dios llega a plenitud en Él; es decir, es autor de lo que dice, no repite lo que han dicho los grandes maestros de la Ley; además lo que dice lo hace, hay congruencia entre lo que enseña y lo que vive, entre su palabra y sus actos. La gente lo compara con los escribas, quienes a menuda caían en el fundamentalismo de la letra, o repetían lo que habían dicho maestros anteriores y su vida, tampoco reflejaba lo que enseñaban.
Estaba  también en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo a quien Jesús va a liberar del mal  que lo aquejaba ordenándole “Cállate y sal de él” (v23-26).
La palabra de Jesús ante el espíritu inmundo es una palabra eficaz, que vence al mal: Jesús hace callar al espíritu inmundo, no sólo como expresión de victoria, sino también porque todavía no ha llegado el momento de dar a conocer abiertamente su identidad. La autoridad de Jesús se manifiesta no solo en su manera de enseñar, sino también en la expulsión del espíritu inmundo (v27).
En el Evangelio de hoy, hay dos rasgos de la persona de Jesús que se acentúan fuertemente: “enseña como quién tiene autoridad” y su poder liberador del mal que está en lo profundo del corazón del hombre.
En la actualidad, hay múltiples propuestas de maestros y de teorías que se proponen como las únicas propuestas válidas para que el hombre llegue a su realización y obtenga su felicidad, pero que en realidad son caminos de muerte. El Evangelio de hoy nos propone a Jesús como el único Maestro (con mayúscula) a quién debemos escuchar, por que es el único que lleva a la vida.
Ante las múltiples propuestas de liberación, reconocemos en Jesús al único que puede liberar del mal que está en lo profundo del corazón del hombre.

domingo, 22 de enero de 2012

Al encuentro con la Palabra


III Domingo Ordinario (Mc 1, 14-20)
¡El tiempo ha llegado!

El Evangelio de hoy nos coloca de una manera sintética en los comienzos de la misión de Jesús y resume el contenido de la misma; sin embargo, para poder apreciar lo que Marcos nos dice, es bueno recordar que, hasta este punto del escrito, el lector solo conoce de Jesús dos cosas fundamentales, que Dios le ha declarado su Hijo amado en el bautismo en el Jordán y que durante un período de prueba en el desierto, ha permanecido fiel a su propia identidad de Hijo. En esta experiencia de filiación reside el verdadero fundamento de la alegre noticia que Jesús difunde por los caminos de Galilea “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca” (v15). Es Dios quién irrumpe en Jesús y da cumplimiento a la promesa de salvación.
¿Por qué empezar en Galilea? No se debe sólo a que esta es su tierra de origen, sino a que dado su carácter de región con población mixta, Galilea representa una especie de puente entre Israel y los gentiles. Intuimos así el horizonte universal al que quiere extenderse el señorío de Dios, ese “Reino de Dios” que estará presente en toda su predicación  y a cuyo servicio estará toda su vida.
El Evangelio de hoy tiene claramente dos partes; el contenido del inicio del ministerio de Jesús (vv1-5) y el doble relato de la llamada de los primeros discípulos (vv 16-20) de las dos parejas de hermanos: Simón y Andrés y Santiago y Juan.
Vayamos a la primera; Marcos sintetiza maravillosamente el contenido de la predicación de Jesús “Se ha cumplido el tiempo” Es decir, el tiempo de la promesa ha terminado, estamos ya en el cumplimiento de ella. Ya no hay que esperar el “Kairos”, es decir, el tiempo propicio para acoger la promesa de salvación y unirse con Dios es “hoy”. “El Reino de Dios ya esta cerca” Ese Reino prometido por Dios y anunciado por los profetas ya está aquí. Para Jesús el Reino de Dios que va a ser la pasión de su vida y toda la razón de ser de su existencia, no es ni una teocracia (poder temporal guiado por él) ni una nueva moral o una religiosidad más celosa, sino el encuentro de Dios con la humanidad en la que Él irá realizando su proyecto de salvación que es un proyecto de vida. Esa será la manera como Dios quiere reinar en el mundo.
En consecuencia, para acoger el Reino de Dios, lo que Jesús pide a quienes le escuchan, no es tanto la observación de una serie de normas, sino la conversión  y el creer en la “Buena Nueva”.
Convertirse significa no un cambio meramente superficial, sino que nace de lo profundo del corazón. Esto último supone cambiar no solo el modo de obrar, sino también el modo de pensar y desear.
Creer, es la certeza de que venida de Dios es verdaderamente “Evangelio “, es decir, noticia capaz de dar alegría. Este asentimiento de fe, se establece dando una nueva forma al ser y al obrar de la persona.
Viene a continuación el relato de la llamada de los primeros discípulos (vv16-20) Es significativo que Marcos una el inicio del ministerio de Jesús con el llamado de los primeros discípulos; es como si el Evangelista quisiera acentuar que la acogida del Reino se realiza en el camino del seguimiento de Jesús. Sólo se pide a los discípulos una obediencia pronta, no una cualidad humana particular. Todo camino posterior será un seguir a Jesús, descubriendo una realidad nueva, aunque exigiéndoles su disponibilidad, que se manifiesta sobre todo en el desprendimiento de todo cuanto poseen y de todo lo que han sido hasta ese momento.
Pero también aparece que el proyecto de Jesús que apenas se inicia, requiere no sólo de discípulos (seguidores de Jesús), sino también de colaboradores (“Haré de ustedes pescadores de hombres”)
En la narración de la llamada a los primeros discípulos, el Evangelista Marcos describe cómo es la llamada que Jesús hace a toda persona y también a cada uno de nosotros. Es una invitación a seguirle y a colaborar con Él en su proyecto de salvación, en le proyecto de su Reino.

domingo, 15 de enero de 2012

Al encuentro con la Palabra


II Domingo Ordinario (Jn 1, 35-42)
¡Hemos encontrado al Mesías!

Con la fiesta del Bautismo del Señor que celebramos el lunes pasado, terminamos el ciclo litúrgico Navidad. Entramos en el tiempo ordinario en el cual caminaremos hasta el miércoles 22 de febrero, miércoles de Ceniza con el que iniciamos la Cuaresma.
En el tiempo ordinario, la liturgia nos invita a contemplar el Misterio revelado en la palabra,  la vida, y las acciones de Jesús que nos van manifestando el Proyecto de Salvación del Padre: el Reino que ofrece a todos los hombres.
La Palabra de Dios de este Domingo, nos pone frente al misterio de la vocación (primera y segunda lectura), algo que no se produce nunca por nuestros méritos o por nuestras cualidades humanas, sino que brota únicamente de la libre y misericordiosa gracia de Dios. El Evangelio describe lo que podríamos llamar “el camino del discipulado”
El texto de hoy, forma parte de lo que Juan pone como testimonio del Bautista acerca de Cristo. Él está con dos de sus discípulos y fijándose en Jesús que pasaba, dice: “Este es el Cordero de Dios” En este hombre que está pasando, reconoce, el Bautista reconoce a aquel que derrama su propia Sangre para hacer presente al Dios del Éxodo, al Dios de la renovación de la vida, tema que aparece en Jn 19, 36.
Al oírle hablar así, los dos discípulos del Bautista siguieron a Jesús (v.37), impulsados por una búsqueda que, sin embargo, es el principio de algo que debe llevar a una mayor claridad. Esto tiene lugar cuando Jesús se vuelve y les pregunta: “¿Qué buscan?” y como respuesta obtiene otra pregunta: “Maestro ¿dónde vives?” . La pregunta tiene no sólo una connotación física, sino que más que nada existencial: ¿Quién eres? ¿qué piensas? ¿cuál es el secreto de tu persona? Por eso les invita a “venir y ver”, a tener una experiencia de él y del misterio de su persona “Y se quedaron con Él aquél día”
¿De que hablaron? ¿en que consistió esta primera experiencia de encuentro con el Señor? No nos lo dice el evangelista, pero debió haber sido una experiencia tan fuerte e impactante, que algo nuevo empezó a generarse en ellos; empezó a abrirse para ellos una nueva realidad, a tal punto, que años después se acordaba hasta de la hora: “eran las cuatro de la tarde” (v.39)
De los dos discípulos queda aquí uno en el anonimato, aunque muchos exégetas se inclinan por reconocer en él al discípulo amado, al apóstol Juan, mientras que el otro es Andrés. Este va entusiasmado a comunicar su experiencia a su hermano Simón: “hemos encontrado al Mesías” (v.41) y lo invita a hacer la misma experiencia (v.42).
El cambio de nombre por el de Kefás, indica precisamente la profunda transformación tanto de la persona como de la misión que será encomendada a Simón.
El discípulo, el seguidor de Jesús es quién escucha el anuncio en palabras de un testigo y “sigue a Jesús” (v.37) y  “busca” (v.38) y “se abre al Maestro”  y pueda decir de Él algo más “es el Mesías”
El discípulo,  además, se convierte en apóstol, lo comunica a los demás invitándoles a hacer la misma experiencia “llevándolos a Jesús” (v.42)
En definitiva, quien sigue a Jesús de verdad, recibe una nueva identidad, representado aquí por el cambio de nombre “Kefás o Pedro”
El Papa Benedicto XVI, expresa esta misma realdad reconociendo que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y con ello una orientación decisiva “Dios es amor”

domingo, 8 de enero de 2012

Al encuentro con la Palabra


La Epifanía del Señor (Mt 2, 1-12)

Aunque son muchos los elementos que aparecen en este evangelio. Recogeremos sólo algunos. Primeramente, el término “mago” designa a toda persona que se dedicaba a las ciencias ocultas; abarca tanto a los astrólogos como a los hechiceros, augures sacerdotales y adivinos de diversa índole. Sin embargo, no debemos olvidar que estos personajes ejercían una profesión penalizada por la Biblia: la magia; se dedicaban a la astrología, práctica que en la Biblia no goza de buena reputación (1 Sam 28,3; Dt 18,9-13; Dan 1,20; 2,2-10). Además procedían “de Oriente”, y con este término, se señala un lugar lejano de procedencia; así pues, los magos, representan a los extraños, a los que no son del pueblo judío.
Enfaticemos algunos detalles del comportamiento de los magos que contrasta con los de Herodes. Los magos buscan por sí mismos, guiados por Dios a través de una estrella (vv. 1-2), Herodes consulta a los sumos sacerdotes y escribas, incluso a los magos (vv. 4.7); los magos movidos por la verdad, tienen recta intención para encontrar al niño y adorarlo (v. 2.11), Herodes, desde la falsedad, se deja llevar por su propia y torcida intención (v. 8.13.16-17; 20); también la inmensa alegría que sienten los magos (v. 10) al estar cerca del encuentro con el rey de los judíos que ha nacido, con el miedo que tiene Herodes y la gente de Jerusalén (v. 3).
Por último, algo sobre la estrella. En la antigüedad se creía que el nacimiento de todo gran personaje en la tierra era acompañado por la aparición de una estrella en el firmamento. A Jesús no le debía faltar la suya. Esta estrella es símbolo del Mesías, que conduce a los paganos a la luz de la fe.
A la luz de este evangelio, podemos ver con claridad en el caminar de los magos, el camino que la fe de todo creyente recorre. La fe, implica una búsqueda, el salir de modo constante y permanente, no a tientas y ciegas, sino dejándose guiar por “Otro”, esto es ya discernimiento y seguimiento. La fe, no es estar expectante a ver qué pasa, sino implica colaboración de mi parte que suceda la acción.
Señor, Dios Padre nuestro, concédenos en nuestra experiencia ser sensibles a los signos de tu presencia en nuestra vida, para que dóciles a tu Espíritu nos dejamos conducir en el camino de nuestro existir hasta ti.

domingo, 1 de enero de 2012

Al encuentro con la Palabra


01 de enero: Solemnidad de Santa María (Lc 2, 16-21).
¡María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón!
Hoy es fiesta, independientemente de que caiga en domingo o no, porque es la octava (han pasado ocho días) de Navidad; por tanto, el primer acento de la fiesta, es el mismo de hace ocho días: celebramos el Nacimiento del Señor. Es en este día, en el que como Iglesia celebramos también el Día Mundial de la Paz. La paz es el principal de los dones del Mesías.
El anuncio de la gran alegría, que lo será para todo el pueblo (Lc 2, 10) provoca el diálogo entre los que lo han recibido (v. 15). LaPalabra” (Jn 1, 1ss) de vida crea comunidad, crea comunicación, crea comunión.
De la comunicación, “los pastores” pasan a la decisión: “vamos… a ver lo que ha sucedido” (v. 15). Deciden convencidos de que es el Señor quien se ha manifestado (v. 25). El anuncio del evangelio es tal cuando el que anuncia –el ángel– desaparece, es decir, cuando se vive la experiencia de que el propio Señor es quien llama a seguirle.
Y de la decisión, a la acción (v. 16), a la experiencia personal de encontrar a Dios en la vida, entre los hombres y mujeres, en la carne (Jn 1, 14). “Belén” es el lugar donde se verifica el anuncio, el Evangelio. Es el lugar del niño acostado en el pesebre (Lc 2, 12.16), el lugar de la lucha de una familia por sobrevivir, para crecer… el lugar donde el amor se vive a pesar de las dificultades para ser acogido. El lugar donde todo el mundo puede maravillarse de lo que los pastores les decían” (v. 18).
Estos cuatro momentos: -1- anuncio en la noche de la vida, -2- diálogo en comunidad, -3- decisión/reconocimiento de la llamada y -4- acción/respuesta a la llamada/verificación del anuncio en la vida, recuerdan lo que es el ritmo semanal de la Iglesia alrededor de la Eucaristía, lugar del diálogo después de haber recibido el anuncio y la llamada, y lugar de la decisión que empuja a salir, a ponerse en acción en medio de la vida.
La figura de María” aparece en la escena de forma especialmente destacada (19). “Conservar en el corazónes la actitud del creyente. Si en el Antiguo Testamento lo que debía guardarse en el corazón era la Ley, ahora hay que guardar la persona del Hijo de Dios hecho hombre, la manifestación de Dios en la vida y los acontecimientos.
La constatación de que “todo lo que habían visto y oído era tal como se les había dicho” (v. 20) lleva a los “pastores” a celebrar la experiencia: “se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído” (v. 20). Celebración que pasa por la alabanza a Dios.
A ocho días Señor, releemos el misterio de tu encarnación. Hoy, María nuestra Madre, nos muestra cómo hacerlo. Te pedimos, María, que nos ayudes a saludar a tu Hijo que nace por nosotros con la sencillez de los pastores, con la humildad de José, con la atención y la búsqueda de los Magos, con el amor con que los primeros y las primeras creyentes lo acogieron, para que también en nuestra vida se renueve el milagro del amor, el milagro de Navidad.