lunes, 16 de abril de 2012

Al encuentro con la Palabra


II Domingo de Pascua (Jn 20, 19-31)
… no sigas dudando, sino cree
Al anochecer del día de la resurrección…”, el evangelio recoge una expresión de carácter eclesial: los discípulos están reunidos en un mismo lugar (vv. 19 y 26); y es el resucitado quien tomando la iniciativa y se hace presente en medio de ellos dándoles la paz. Junto a ello muestra las heridas, significando que, el que ha sido Crucificado es el que ha Resucitado.
Si es cierto que a Jesús lo define la misión, obviamente que sus discípulos serán definidos también por la misión que el mismo Jesús compartirá con ellos y que tendrá su detonación con el don del Espíritu Santo donado bajo el signo de un soplo y expresión misma del inicio de una nueva creación (cfr. Gn 2, 7).
Llama fuertemente la atención la bienaventuranza –de creer sin haber visto– dirigida por el Resucitado (v. 29). Quien reciba el Evangelio podrán abrirse a la fe, y ésta les permitirá ver lo que jamás habían visto. Finalmente el texto expresa la finalidad que se ha propuesto el autor del evangelio: “creer que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, para que creyendo, en Él tengan vida”.
Lo cierto es que, desde nuestra experiencia cristiana resulta no simple comprender la resurrección de Jesucristo, pues con nuestra lógica cómo poder aseverar esta realidad que desde la fe hemos asumido. De ahí que es necesario recoger este texto como un testimonio de quienes compartieron la vida con Jesús Resucitado, para que nosotros que históricamente no la compartimos, desde la fe que nos ha sido compartida y participada, simplemente creamos en Jesús.
            Señor Jesús, resulta difícil a nuestra inteligencia comprender tu presencia resucitada en medio de nosotros, abre Tú nuestro entendimiento para que lleguemos a la verdad de esta realidad, que nuestra fe complete lo que nuestra inteligencia no pueda comprender, queremos verdaderamente dejar la oscuridad de dudar para vivir en la luz de creer. Sigue presentándote en medio de nosotros, para contemplarte, escucharte, seguirte y llenar nuevamente nuestro corazón de alegría desde la certeza de tu presencia en nuestras vid

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