II
Domingo de Pascua (Jn 20, 19-31)
“… no sigas
dudando, sino cree”
“Al
anochecer del día de la resurrección…”, el evangelio recoge una expresión
de carácter eclesial: los discípulos están reunidos en un mismo lugar (vv. 19 y
26); y es el resucitado quien tomando la iniciativa y se hace presente en
medio de ellos dándoles la paz. Junto a ello muestra las heridas, significando
que, el que ha sido Crucificado es el que ha Resucitado.
Si es cierto que a Jesús lo define la misión,
obviamente que sus discípulos serán definidos también por la misión que el
mismo Jesús compartirá con ellos y que tendrá su detonación con el don del
Espíritu Santo donado bajo el signo de un soplo y expresión misma del inicio de
una nueva creación (cfr. Gn 2, 7).
Llama fuertemente la atención la
bienaventuranza –de creer sin haber visto– dirigida por el Resucitado (v. 29). Quien
reciba el Evangelio podrán abrirse a la fe, y ésta les permitirá ver lo que
jamás habían visto. Finalmente el texto expresa la finalidad que se ha
propuesto el autor del evangelio: “creer
que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, para que creyendo, en Él tengan vida”.
Lo cierto es que, desde nuestra experiencia
cristiana resulta no simple comprender la resurrección de Jesucristo, pues con nuestra
lógica cómo poder aseverar esta realidad que desde la fe hemos asumido. De ahí
que es necesario recoger este texto como un testimonio de quienes compartieron
la vida con Jesús Resucitado, para que nosotros que históricamente no la
compartimos, desde la fe que nos ha sido compartida y participada, simplemente
creamos en Jesús.
Señor
Jesús, resulta difícil a nuestra inteligencia comprender tu presencia
resucitada en medio de nosotros, abre Tú
nuestro entendimiento para que lleguemos a la verdad de esta realidad, que
nuestra fe complete lo que nuestra inteligencia no pueda comprender, queremos verdaderamente dejar la oscuridad
de dudar para vivir en la luz de creer. Sigue presentándote en medio de
nosotros, para contemplarte, escucharte, seguirte y llenar nuevamente nuestro
corazón de alegría desde la certeza de tu presencia en nuestras vid
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