XIII
Domingo Ordinario (Lc 9, 18-24)
“Jesús tomó la firme determinación de
emprender el viaje a Jerusalén”
Jesús emprende con decisión su marcha hacia
Jerusalén. No es fácil trazar un itinerario del viaje, ya que las
referencias geográficas son prácticamente inexistentes; en cambio son numerosas
las alusiones a Jerusalén que expresan la constante preocupación de Lucas por
destacar la culminación de su evangelio en esta ciudad.
La
importancia de este viaje radica en que Jesús lo convierte en una escuela de
discipulado. El camino hacia Jerusalén,
es una catequesis dirigida a los creyentes de todos los tiempos. El tema
central se describe con total claridad en Lc 13,31-34: el camino hacia
Jerusalén lleva a Jesús a la muerte, pero, a través de ella, se alcanza la
plenitud de la revelación y la salvación que Jesús aporta a toda la humanidad. Su vida solo tiene un objetivo: anunciar y
promover el proyecto del reino de Dios.
La
marcha parece comenzar mal: los samaritanos lo rechazan. Está acostumbrado: lo mismo
le ha sucedido en su pueblo de Nazaret. El
relato refleja la fuerte enemistad entre los judíos y los samaritanos. Jesús
sabe que no es fácil acompañarlo en su vida de profeta itinerante. No puede ofrecer
a sus seguidores la seguridad y el prestigio que pueden prometer los letrados de
la ley a sus discípulos. Jesús no engaña
a nadie. Quienes lo quieran seguir tendrán
que aprender a vivir como él. La única muestra de credibilidad que tendrán
los apóstoles, la misma tiene Jesús, será la fidelidad a seguir el camino. No
es necesario hacer bajar fuego del cielo; el profeta Elías lo ha hecho como
prueba que constata ser enviado de Dios; Jesús no necesita hacer una
comprobación tal.
Mientras
van de camino, se le acerca un desconocido. Se le ve entusiasmado: “Te seguiré
adonde vayas” (v.57). Antes que nada, Jesús le hace ver que no espere de él seguridad, ventajas ni bienestar.
De hecho es necesario desprenderse de estabilidades y seguridades. Él mismo “no tiene dónde reclinar su cabeza”
(v.58). No tiene casa, come lo que le ofrecen, duerme donde puede.
No
nos engañemos. El gran obstáculo que nos
impide hoy a muchos cristianos seguir de verdad a Jesús es el bienestar en el que
vivimos instalados. Nos da miedo tomarle en serio porque sabemos que nos exigiría
vivir de manera más generosa y solidaria. Somos
esclavos de nuestro pequeño bienestar.
Otro pide a Jesús que le deje ir a enterrar
a su padre antes de seguirlo (vv.59-60). Jesús le responde con un juego de palabras provocativo y enigmático:
“Deja
que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el reino de Dios”
(v.60). Es necesario recordar que en aquella cultura no quería decir que su
padre hubiera muerto y no estuviera enterrado (no estaría allí aquel hombre).
Quería decir que cuando se muera su padre y le entierre, quizá dentro de
algunos años, seguirá a Jesús.
Estas palabras desconcertantes cuestionan nuestro
estilo convencional de vivir. El discípulo que es llamado, y quiere seguir a Jesús de verdad, tiene que poner en un segundo término todas las demás
actividades y preocupaciones, como el buen samaritano, que detiene su
actividad para servir a su hermano: “anda
y haz tú lo mismo” (Lc 10,37).
Hemos de ensanchar el horizonte en el que nos
movemos. La familia no lo es todo.
Esas son excusas de nuestras inconsistencias, inseguridades, de nuestra falta
de responsabilidad cristiana. Hay algo más importante. Una de las
condiciones del caminar cristiano es un cierto desprendimiento, una cierta
inseguridad material, para no estar atado al mundo terreno. Si nos decidimos a seguir a Jesús, hemos de
pensar también en la familia humana: nadie
debería vivir sin hogar, sin patria, sin papeles, sin derechos, sin lo
necesario.
Otro está dispuesto a seguirlo, pero antes se
quiere despedir de su familia. Jesús le sorprende con estas palabras: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás
no vale para el reino de Dios”. Colaborar
en el proyecto de Jesús exige dedicación total, mirar hacia adelante sin distraernos,
caminar hacia el futuro sin encerrarnos en el pasado. Se trata de seguirlo
con verdad y libertad.
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