domingo, 20 de mayo de 2012

Al encuentro con la Palabra


La Ascensión del Señor (Mc 16, 15-20)
Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes
            Esta fiesta de la Ascensión, nos lleva a contemplar un aspecto concreto de nuestra propia fe: el Resucitado está totalmente con Dios. Desde la liturgia del día, se expresa la fe de la Iglesia que cree que la gloria de la que participa plenamente Jesús, será también participada por los que son sus discípulos.
            Jesús, el Resucitado, es a quien el Padre ha enviado y, todas las palabras y obras del Hijo, ponen de manifiesto esta realidad. Hoy Jesús, pone en acción a los discípulos (v. 15), dejando en ellos la misión que a Él le había sido encomendada por el Padre, de ahí que los discípulos podrán actuar como el Maestro, realizando las mismas obras que a Jesús le vieron hacer (vv. 17.18).
            El versículo 19, central ahora en nuestro texto, refiere el misterio de la ascensión, que se presenta siguiendo el modelo de Elías (cf. 2Re 2,4). Jesús se presenta ahora como elSeñor Jesús”, sentado a la derecha del Padre, reconociéndole así, su poderío, majestad y honor.
            Los discípulos contemporáneos de Jesús, experimentaron al menos tres presencias distintas de Jesús: una que podemos llamar ordinaria, y hace referencia a la historicidad de Jesús, a quien ven, escuchan, comen con Él y perciben sus sentimientos; otra que se le llama excepcional, y hace referencia a la experiencia del Resucitado que se deja ver algunas veces, ofreciendo signos para reconocerle, en la cronología lucana, dura poco, unos cincuenta días; y por último, la presencia invisible, esta es la experiencia de la comunidad tras el acontecimiento de la ascensión, los discípulos ya no le ven, no le sienten, sin embargo, le experimentan tan cerca que están convencidos de que ahora está incluso más presente, esta presencia se prolongará hasta el fin del mundo.
            En el hoy, al discípul@ se le ofrece vivir esta triple presencia de Cristo: la presencia ordinaria con los que se encuentra a diario llevándoles su amor; la presencia excepcional, se da en la vida sacramentaria; y la invisible, en la conciencia de comunión participativa. La ascensión de Jesús, nos hace responsables de la misión que al Hijo le fue confiada. Esto, exige de la comunidad cristiana, ayudada por el Espíritu Santo, hacer presente a Cristo desde su propio vivir.
            Señor Jesús, desde la fe tenemos la certeza de que te seguiremos hasta estar unidos a ti compartiendo la vida junto al Padre en una existencia plena. Queremos comprometernos desde nuestras reales posibilidades, en el anuncio de la Buena Noticia. Sabemos que contamos en todo momento con la ayuda del Espíritu Santo que constantemente nos recuerda tu presencia perenne entre nosotros. Concédenos Señor, la gracia de que nuestras palabras y acciones como discípulos y misioneros estén siempre inspiradas y confirmadas por ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario