domingo, 8 de enero de 2012

Al encuentro con la Palabra


La Epifanía del Señor (Mt 2, 1-12)

Aunque son muchos los elementos que aparecen en este evangelio. Recogeremos sólo algunos. Primeramente, el término “mago” designa a toda persona que se dedicaba a las ciencias ocultas; abarca tanto a los astrólogos como a los hechiceros, augures sacerdotales y adivinos de diversa índole. Sin embargo, no debemos olvidar que estos personajes ejercían una profesión penalizada por la Biblia: la magia; se dedicaban a la astrología, práctica que en la Biblia no goza de buena reputación (1 Sam 28,3; Dt 18,9-13; Dan 1,20; 2,2-10). Además procedían “de Oriente”, y con este término, se señala un lugar lejano de procedencia; así pues, los magos, representan a los extraños, a los que no son del pueblo judío.
Enfaticemos algunos detalles del comportamiento de los magos que contrasta con los de Herodes. Los magos buscan por sí mismos, guiados por Dios a través de una estrella (vv. 1-2), Herodes consulta a los sumos sacerdotes y escribas, incluso a los magos (vv. 4.7); los magos movidos por la verdad, tienen recta intención para encontrar al niño y adorarlo (v. 2.11), Herodes, desde la falsedad, se deja llevar por su propia y torcida intención (v. 8.13.16-17; 20); también la inmensa alegría que sienten los magos (v. 10) al estar cerca del encuentro con el rey de los judíos que ha nacido, con el miedo que tiene Herodes y la gente de Jerusalén (v. 3).
Por último, algo sobre la estrella. En la antigüedad se creía que el nacimiento de todo gran personaje en la tierra era acompañado por la aparición de una estrella en el firmamento. A Jesús no le debía faltar la suya. Esta estrella es símbolo del Mesías, que conduce a los paganos a la luz de la fe.
A la luz de este evangelio, podemos ver con claridad en el caminar de los magos, el camino que la fe de todo creyente recorre. La fe, implica una búsqueda, el salir de modo constante y permanente, no a tientas y ciegas, sino dejándose guiar por “Otro”, esto es ya discernimiento y seguimiento. La fe, no es estar expectante a ver qué pasa, sino implica colaboración de mi parte que suceda la acción.
Señor, Dios Padre nuestro, concédenos en nuestra experiencia ser sensibles a los signos de tu presencia en nuestra vida, para que dóciles a tu Espíritu nos dejamos conducir en el camino de nuestro existir hasta ti.

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