01 de enero: Solemnidad de Santa María (Lc 2, 16-21).
“¡María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón!”
Hoy es fiesta, independientemente de que caiga en domingo o no, porque es la octava (han pasado ocho días) de Navidad; por tanto, el primer acento de la fiesta, es el mismo de hace ocho días: celebramos el Nacimiento del Señor. Es en este día, en el que como Iglesia celebramos también el Día Mundial de la Paz. La paz es el principal de los dones del Mesías.
El anuncio de la gran alegría, que lo será para todo el pueblo (Lc 2, 10) provoca el diálogo entre los que lo han recibido (v. 15). La “Palabra” (Jn 1, 1ss) de vida crea comunidad, crea comunicación, crea comunión.
De la comunicación, “los pastores” pasan a la decisión: “vamos… a ver lo que ha sucedido” (v. 15). Deciden convencidos de que es el Señor quien se ha manifestado (v. 25). El anuncio del evangelio es tal cuando el que anuncia –el ángel– desaparece, es decir, cuando se vive la experiencia de que el propio Señor es quien llama a seguirle.
Y de la decisión, a la acción (v. 16), a la experiencia personal de encontrar a Dios en la vida, entre los hombres y mujeres, en la carne (Jn 1, 14). “Belén” es el lugar donde se verifica el anuncio, el Evangelio. Es el lugar del niño acostado en el pesebre (Lc 2, 12.16), el lugar de la lucha de una familia por sobrevivir, para crecer… el lugar donde el amor se vive a pesar de las dificultades para ser acogido. El lugar donde todo el mundo puede “maravillarse de lo que los pastores les decían” (v. 18).
Estos cuatro momentos: -1- anuncio en la noche de la vida, -2- diálogo en comunidad, -3- decisión/reconocimiento de la llamada y -4- acción/respuesta a la llamada/verificación del anuncio en la vida, recuerdan lo que es el ritmo semanal de la Iglesia alrededor de la Eucaristía, lugar del diálogo después de haber recibido el anuncio y la llamada, y lugar de la decisión que empuja a salir, a ponerse en acción en medio de la vida.
La figura de “María” aparece en la escena de forma especialmente destacada (19). “Conservar en el corazón” es la actitud del creyente. Si en el Antiguo Testamento lo que debía guardarse en el corazón era la Ley, ahora hay que guardar la persona del Hijo de Dios hecho hombre, la manifestación de Dios en la vida y los acontecimientos.
La constatación de que “todo lo que habían visto y oído era tal como se les había dicho” (v. 20) lleva a los “pastores” a celebrar la experiencia: “se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído” (v. 20). Celebración que pasa por la alabanza a Dios.
A ocho días Señor, releemos el misterio de tu encarnación. Hoy, María nuestra Madre, nos muestra cómo hacerlo. Te pedimos, María, que nos ayudes a saludar a tu Hijo que nace por nosotros con la sencillez de los pastores, con la humildad de José, con la atención y la búsqueda de los Magos, con el amor con que los primeros y las primeras creyentes lo acogieron, para que también en nuestra vida se renueve el milagro del amor, el milagro de Navidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario