XXXIII DOMINGO ORIDINARIO
“Yo estaré con Ustedes hasta el último día”
Estamos ya al final del año litúrgico, que cierra el
próximo domingo con la fiesta de Cristo Rey. Lucas, al igual que Marcos y
Matero, terminan la enseñanza de Jesús con lo que conocemos como el discurso
escatológico, es decir, el discurso que se refiere al final de los tiempos y la segunda venida
del Hijo del Hombre, el resucitado que viene a dar plenitud al proyecto de
salvación que el Padre le encomendó. Pero lo hace con un lenguaje que se llama
“apocalíptico” muy ajeno a nuestra cultura, pero que era propio a la cultura
del pueblo de Israel. Lo importante es descubrir el mensaje que el Señor nos
quiere dar a través de un lenguaje que es raro para nosotros.
El discurso escatológico es precedido por los
comentarios que algunos hacían ponderando la solidez y la grandiosidad de la
construcción del templo de Jerusalén y la belleza de las ofrendas votivas que
lo adornaban, y el comentario que Jesús hace: “Días vendrán en que no quedará
piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”.
Palabras desconcertantes para sus oyentes.
El Templo, como espacio y lugar de encuentro del
hombre con Dios y todo lo que significó en la historia del pueblo de Dios, ha
dejado de tener sentido. Pasa lo “viejo” para cederle su lugar a lo “nuevo”, el
nuevo templo, el nuevo espacio de encuentro del hombre con Dios es la humanidad
de Jesús, nuevo templo de Dios.
A las preguntas de cuando tendrá lugar la catástrofe
(la destrucción del templo) y cuál será el signo que la anuncie previamente,
Jesús responde con un extenso discurso, el llamado “discurso escatológico”,
porque se extiende hasta los acontecimientos últimos, que culminan con la
venida del Hijo del Hombre.
Ciertamente las piedras del templo caerán bajo los
golpes de las legiones romanas en el año 70, destrozando también la ciudad de
Jerusalén.
La enseñanza de Jesús nos lleva a comprender que el
final del templo no coincide con el final del tiempo ni con su segunda venida.
Antes deben tener lugar diversos hechos, aparecerán falsos profetas que se
harán pasar por el Mesías y anunciarán que el fin es inminente. Estallarán
guerras y revueltas. Los desconciertos de la historia irán acompañados de
calamidades (terremotos, carestías, pestes) y fenómenos extraordinarios
(aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles que según la tradición
apocalíptica, constituyen los signos que nos hablan del fin del tiempo
presente. Pero Jesús insiste: “Cuídense que nadie los engañe… que no los domine
el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.
Además de los sufrimientos que afligirán a la
humanidad, los discípulos serán objeto de persecución, tanto entre los judíos
como entre los gentiles, y serán traicionados incluso por amigos y familiares.
Algunos sufrirán muerte violenta.
¿Qué descubrimos en el trasfondo del evangelio de hoy?
Ante los profundos cambios socioculturales que se
están produciendo en nuestros días y la crisis religiosa que sacude las raíces
de nuestra fe cristiana, nos han de urgir a buscar en Jesús la luz y la fuerza
que necesitamos para leer y vivir estos tiempos de manera lúcida y responsable.
El evangelio de hoy nos lleva a descubrir varias llamadas:
Llamada al realismo. En ningún momento augura Jesús a sus seguidores un
camino fácil de éxito y gloria. Al contrario, les da a entender que su largara
historia estará llena de dificultades y
de luchas. El caminar de la Iglesia a través de los tiempos no será fácil. Pero,
Él estará con nosotros, Él hace el camino con nosotros. Llamada al realismo,
pero también a la esperanza.
Llamada a la vigilancia y al discernimiento. En momentos de crisis, desconcierto y confusión no es
extraño que se escuchen mensajes y revelaciones proponiendo caminos nuevos de
salvación. El discípulo de Cristo tendrá que tener una actitud de vigilancia y
discernimiento para no dar crédito a mensajes ajenos al Evangelio, ni fuera ni
dentro de la Iglesia.
Es la hora del testimonio. Los tiempos difíciles no han de ser tiempos para los
lamentos o el desaliento. No es la hora de la resignación, la pasividad o el
dar marcha atrás. En los tiempos difíciles “tendrán ocasión de dar testimonio”,
no dice el Señor Tiempos de reavivar la
conciencia de ser testigos humildes pero conscientes de su persona y de su
proyecto de salvación.
Finalmente, llamado a la perseverancia. “Si se mantienen firmes, conseguirán la vida” Es el
momento de cultivar un estilo de vida cristiana perseverante y tenaz que nos
ayude a responder a nuevos retos sin perder la paz ni la lucidez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario