domingo, 14 de agosto de 2011

Al encuentro con la Palabra

XX Domingo Ordinario (Mt 15, 21-28)
Conversión pastoral de Jesús, ante la fe de una mujer pagana
En este domingo la Iglesia nos ofrece uno de los textos bíblicos mas hermosos pero a la vez más difíciles de interpretar; es hermoso porque Jesús resalta la grandeza de la fe de una débil mujer, y es difícil porque hay expresiones duras puestas en la boca de Jesús, que contrastan con la ternura y misericordia que ordinariamente contemplamos en Él.
El centro de atención es una mujer marginada; marginada por el hecho de ser mujer, por el hecho de ser extranjera y por el hecho de ser madre de una hija endemoniada. Al principio Jesús retrata en sus gestos y en sus expresiones toda la mentalidad conservadora que un fariseo mostraría con esta mujer, la cual no era considerada digna de prestar atención a su causa, mucho menos presentarla como modelo de fe, como al final del texto va a suceder.
Jesús se revela como verdadero Dios y como verdadero hombre, y en su desarrollo como hombre vivió el proceso por el que todos los seres humanos necesitamos pasar para comprender la realidad, para despertar la conciencia sobre la responsabilidad que tenemos en lo que sucede y para tomar decisiones de acuerdo al proyecto del Reino de la verdad y la justicia. El alcance geográfico de la primera parte de su ministerio corresponde a la manera de pensar de todo judío: "La salvación es para los hijos de Israel, el pueblo elegido", y es la realidad, el encuentro con las personas, lo que le llevará a comprender que el amor del Padre no tiene límites y que el proyecto de salvación no tiene fronteras; y esta convicción será más fuerte en Él cuando en l@s marginad@s por la religión oficial de su tiempo encuentra un corazón mejor dispuesto para recibir el don de Dios; de tal manera que la mujer cananea, siendo pagana, se convierte en evangelizadora de Jesús, pues al defender su derecho de alimentarse, aunque sea de las migajas que caen de la mesa de los amos, le hace comprender que ella también, sin ser judía, tiene el derecho a participar del proyecto de la salvación en los nuevos tiempos mesiánicos. Jesús resalta la fe de ella, porque es fecunda, pues no solo es motivo de que su hija endemoniada sea sanada, sino que provoca que su ministerio rompa las fronteras y se extienda al territorio de los gentiles.
La Iglesia ha sido instituida por Jesús para envagelizar, pero ella también necesita ser evangelizada, pues así como el encuentro con la realidad fue madurando el proyecto mesiánico de Jesús, así quienes hemos sido llamados a dar continuidad a su misión, laic@s y pastores, desde el diálogo con la realidad, el encuentro con las personas, involucrándonos en las situaciones de dolor, es como vamos a comprender los caminos y formas que Dios inspira, para que quienes como la mujer cananea, hoy gritan, muchas veces con gemidos de silencio: "Ten piedad de mí, Señor hijo de David", encuentren respuesta a sus situaciones de dolor desde el pan de la Palabra.

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