sábado, 7 de mayo de 2011

Al encuentro con la Palabra


III Domingo de Pascua (Lc 24, 13-35).
Palabra y fracción del Pan, presencia viva de Jesús resucitado.
En los dos domingos anteriores nos hemos alimentado de la experiencia en la fe de María Magdalena, del discípulo amado, de Pedro, de Tomás y de los demás discípulos en su encuentro con  Jesús resucitado. Los cristianos que ya no habían convivido con Jesús, en el tiempo que se escribe el evangelio de Lucas, hacia el año 80, se preguntaban ¿y nosotros como y donde lo podemos ver? El autor del evangelio del camino, en este hermoso relato de los dos discípulos de Emaús, ofrece una catequesis sobre las formas de encontrarnos con Jesús resucitado los creyentes de todos los tiempos: en el camino de la vida, en la Palabra, en el forastero, en la Eucaristía y en la comunidad.
Jesús resucitado en el camino de la vida. Los discípulos caminaban rumbo a Emaús llenos de tristeza y defraudados por no ver el cumplimiento de las promesas hechas por Jesús; lo mismo los cristianos de hoy muchas veces experimentamos, llegando a pensar en  las adversidades que el misterio del mal y de la muerte se sobrepone al poder de Dios; el evangelio nos revela que el proyecto de salvación se realiza desde el misterio de la Cruz.
Jesús resucitado en la Palabra. El interior de los discípulos se va iluminando y sus corazones enardeciéndose al escuchar la interpretación de las Sagradas Escrituras, hecha por el mismo Jesús, abriéndoles la mente para comprender la enseñanza de Moisés y los profetas acerca del mesías bajo la figura del ciervo doliente.
Jesús resucitado en el forastero. En la cultura bíblica una de las virtudes más grandes es la acogida a quienes van de paso. Jesús al emparejarse en el camino con los discípulos de Emaús es un forastero, un desconocido; al acogerlo ellos en su casa y compartir la mesa, Él se constituye en su anfitrión, pues es Él quien parte y distribuye el pan. 
Jesús resucitado en la fracción del pan. Los discípulos al ver en Jesús el gesto de partir y compartir el pan, hacen memoria de la cena pascual en el cenáculo, y reconocen en el forastero, a Jesús resucitado que ha caminado con ellos, que les ha explicado las escrituras y que ahora en la fracción del pan les revela sacramentalmente su presencia.
Jesús resucitado en la vida de la comunidad. El relato concluye haciendo referencia a la comunidad de creyentes donde los dos discípulos comparten su experiencia de encuentro con el resucitado; y es en la comunidad completa, los once y otros treinta y cuatro reunidos, donde se reafirma la verdad del resucitado, resaltando la figura de Simón, en quien los creyentes reconocen el vínculo de la comunión.  
Señor Jesús, nosotros también recorremos todos los días el camino de Emaús, constantemente cansados por no saber verte cuando las situaciones de muerte nos rebasan; danos tu santo Espíritu para asumir la Cruz con esperanza, encontrando en las Escrituras y en la fracción del Pan, tu presencia viva que nos alimenta y nos da luz para reconocerte en cada persona que camina junto a nosotros  y proclamarte en medio de la comunidad.

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